22 noviembre 2011

























    Ya libre de las opresiones del estudio. ¿Opresiones? Si, una caradura sería si las llamo así. Pero sea lo que fueron, ya están bastante lejos. O por lo menos hasta dentro de diez días que me dan la nota, que creo haber promocionado. Ya casi con un pie adentro de la locura del año que viene...
  Ya estoy dentro de mis rieles, o por lo menos así se empieza a sentir. Los sentires se apaciguan, y se encapsulan otra vez. No sé todavía si es que son guardados en algún que otro cajón, o si dramáticamente son eliminados por completo. Supongo que la última opción no es la correcta, pero así es como tiene que ser, ¿no?. No queda otra alternativa, que al final de cuentas terminar de aceptar, y retomar tu vida. Volver a caminar, simulando mover los pies a la misma velocidad, o del mismo modo que lo hacías antes, cuando sabes que bueno, por más que se quiera, eso no es posible. Una vez que te marcan, ya volver a ser lo que uno era, es un tanto irreal. Y hoy me encuentro reprimiendo otra vez, pero no por miedo, sino por un instinto de supervivencia. Antes trataba de escapar de aquellos sentires tan lindos, tonta de mi. Y ahora, sigo evadiendo pero esta vez, la nostalgia que viene, y revuelve...
  La brisa pasa, y te lleva paulatinamente, lejos. El vacío sigue, pero creo que se va a ir llenando con el paso de los días, o meses. Y a diferencia de las otras entradas, esta la escribo con una sonrisa, de esas con mezcla de resignación y aceptación. De esas que mucho no me gustan, porque acarrean un "Bueno, es lo que es", o "Ya no hay nada que hacer". Es feo, llegar al punto, en que el lo único que te quede por decir, sean esas palabras tan mediocres.

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